La última subasta del Servicio de Respuesta Activa de la Demanda, SRAD, para el periodo enero junio de 2026 ha marcado un salto en la forma en que el sistema eléctrico español remunera la flexibilidad de consumo.
El sistema empieza a pagar mucho más por la capacidad de ajustar la demanda en momentos clave.
Red Eléctrica cerró la convocatoria con un precio marginal de 65 €/MW y 1.725 MW de potencia adjudicada para el primer semestre de 2026.
En la puja participaron 32 proveedores habilitados, con ofertas suficientes para cubrir holgadamente la potencia demandada.
El resultado envía una señal clara al mercado.
La capacidad de reducir o desplazar consumo en momentos críticos se considera ya un recurso tan valioso como muchas tecnologías de generación, en un contexto de transición energética y electrificación creciente.
¿Qué es el SRAD?
El SRAD es un servicio voluntario y retribuido en el que determinados consumidores se comprometen a reducir o desplazar su demanda eléctrica cuando el operador del sistema lo solicite. Su objetivo es reforzar el equilibrio entre generación y consumo en situaciones puntuales, evitando tensiones en la red y la activación de servicios de ajuste más caros.
Este mecanismo funciona como una herramienta de flexibilidad que complementa a las centrales gestionables, además se alinea con la estrategia europea de integrar la demanda en los mercados eléctricos y de tratar el consumo como un recurso activo, no solo como un elemento pasivo del sistema.
Claves de la subasta de 2026
En esta convocatoria se habilitó la participación de treinta y dos proveedores, con una potencia total apta de 2.631 MW. Presentaron ofertas treinta agentes, organizados en 270 bloques que sumaban alrededor de 2.179 MW de potencia ofertada.
Tras el proceso de casación se adjudicaron 1.725 MW, que deberán estar disponibles en 2.279 horas durante el primer semestre de 2026. La mayoría de los participantes consiguió adjudicación en parte de su oferta, lo que refleja tanto el interés del mercado como la profundidad competitiva del servicio.
El precio marginal resultante, fijado en 65 €/MW, supera con claridad al de subastas anteriores del SRAD. Se considera un nivel récord para un servicio de respuesta de la demanda en el sistema español.
Este precio indica que el sistema está dispuesto a pagar más por la flexibilidad de consumo que por algunos servicios vinculados a la generación tradicional.
Para la industria y los agregadores es una señal directa. ajustar la demanda en momentos clave puede convertirse en una fuente de ingresos relevante, especialmente para quienes adaptan su operación con criterios de flexibilidad.
De los grandes consumidores a pymes y hogares
En las primeras ediciones del SRAD los protagonistas fueron sobre todo grandes consumidores electrointensivos, en especial de la industria pesada.
El diseño actual amplía el abanico de participantes potenciales y abre la puerta a nuevos perfiles.
En esta subasta pudieron participar consumidores con al menos 1 MW de potencia de oferta. También clientes de menor tamaño agrupados mediante agregadores de demanda y comercializadoras que suman los consumos de su cartera.
Todos los participantes tuvieron que cumplir requisitos técnicos exigentes.
Se les pidió telemedida, telegestión, capacidad de respuesta en pocos minutos y sistemas de intercambio de información con el operador del sistema.
Con esta configuración el SRAD deja de ser un club reservado a la gran industria.
Empieza a abrirse a pymes y, de forma indirecta, a hogares que ceden su flexibilidad a través de un intermediario especializado.
El agregador de la demanda como figura clave
En este nuevo escenario gana peso el agregador de la demanda.
Es el agente que agrupa la flexibilidad de muchos consumidores y la ofrece al sistema como si fuera un único recurso de potencia gestionable.
En la subasta de 2026 este papel lo asumieron sobre todo comercializadoras eléctricas.
Estas empresas empaquetaron consumos de diferentes clientes hasta alcanzar los umbrales exigidos para participar.
La regulación prevé la llegada de agregadores independientes, ajenos a la comercializadora habitual del usuario. Su aparición abrirá espacio a nuevos modelos de negocio centrados únicamente en la gestión de flexibilidad.
Para el consumidor final esto significa más opciones. Puede dejar la gestión de su flexibilidad a su comercializadora o contratar a un tercero especializado.
El objetivo en ambos casos es maximizar los ingresos que proceden de servicios como el SRAD sin complicar el día a día del cliente.
Flexibilidad como nueva línea de ingresos y señal de futuro
Desde el punto de vista empresarial la subasta lanza un mensaje claro. La flexibilidad de consumo empieza a consolidarse como una línea de negocio con identidad propia.
Muchas industrias pueden generar ingresos adicionales sin aumentar producción.
Les basta con ajustar cuándo y cómo consumen electricidad y con alinear sus procesos con las señales del sistema.
Para aprovechar esta oportunidad necesitan sistemas de monitorización, control y automatización. Esos sistemas deben permitir una respuesta fiable cuando el operador del sistema activa el servicio.
En sectores intensivos en energía esta vía puede convertirse en un complemento importante del margen operativo. Resulta especialmente atractiva en un contexto de precios volátiles y de mayor penetración renovable.
Al mismo tiempo el SRAD anticipa la red eléctrica del futuro. Una red más interactiva, en la que la demanda deja de ser un elemento pasivo y en la que los consumidores no solo pagan por la energía, sino que también cobran por aportar flexibilidad y ayudar a estabilizar el sistema cuando más se necesita.
