Un aviso inédito para el sistema eléctrico español
España afronta este invierno con un diagnóstico poco habitual sobre su seguridad de suministro eléctrico. Por primera vez, el operador europeo ENTSO-E sitúa al país en un nivel de riesgo moderado de vivir situaciones cercanas a la escasez durante los meses fríos.
No es un aviso de apagones inminentes, pero sí una señal clara. El margen de maniobra del sistema se ha reducido tras un año marcado por el apagón del 28 de abril, un verano de calor extremo y una pérdida acelerada de reservas hidráulicas.
Factores que estrechan el margen de seguridad
El nuevo diagnóstico no responde a un solo problema aislado. Obedece a una combinación de factores que, sumados, dejan menos colchón operativo que en el pasado reciente.
Por un lado, la demanda eléctrica ha repuntado de forma sostenida. La electrificación de procesos, el uso más intensivo de climatización y la digitalización de la economía elevan el consumo en más horas del día, con picos más frecuentes y más altos.
En paralelo, las reservas hidráulicas sufrieron un descenso notable. En pocos meses se pasó de niveles holgados a volúmenes en torno a poco más de la mitad de la capacidad disponible. Esa pérdida de agua útil implica renunciar a una parte importante del “pulmón” con el que el operador ajusta generación y consumo en situaciones de estrés.
La hidráulica, que durante décadas ha sido el gran amortiguador del sistema español, dispone ahora de menos margen para suavizar puntas de demanda y caídas de producción renovable.
Al mismo tiempo, una parte del parque térmico y de los ciclos combinados ha encadenado mantenimientos y averías que reducen la potencia disponible justo en los meses críticos. La potencia instalada sigue siendo elevada, sin embargo, la clave en invierno es la disponibilidad real en las horas punta, no solo la cifra nominal sobre el papel.
Gas, renovables y el delicado papel de la nuclear
Uno de los grandes puntos fuertes de España es su parque de ciclos combinados de gas, entre los más potentes de Europa. Estas centrales actúan como respaldo inmediato cuando la eólica y la solar no aportan suficiente energía, en especial en días fríos y con poco recurso renovable disponible.
Para este invierno no se anticipa un problema generalizado de suministro de gas a escala europea, aunque un episodio prolongado de frío en varios países podría elevar la presión sobre infraestructuras y precios. La solidez del sistema español dependerá de que la potencia térmica de respaldo esté realmente disponible cuando sea necesaria y no limitada por incidencias o restricciones técnicas.
En este contexto, la energía nuclear adquiere un protagonismo evidente. El parque nuclear español aporta megavatios firmes y estables las veinticuatro horas del día, con una producción predecible que sostiene la base del sistema. Si incluso con esos reactores en operación el país entra en una zona de riesgo moderado, el futuro calendario de cierres abre interrogantes sobre cómo se sustituirá esa generación sin deteriorar la seguridad de suministro.
El apagón del 28 de abril reforzó estas dudas. La caída brusca de una unidad nuclear y la maniobra posterior para reequilibrar el sistema demostraron que incluso redes avanzadas pueden vivir episodios críticos cuando coinciden varias circunstancias desfavorables.
SRAD como red de seguridad de última instancia
En este escenario gana peso el Servicio de Respuesta Activa de la Demanda (SRAD). Este mecanismo permite que grandes consumidores y comercializadores se comprometan a reducir o interrumpir su consumo cuando el operador del sistema lo solicite, a cambio de una retribución regulada.
El SRAD funciona como una válvula de emergencia. Si se llegara a una situación extrema en la que la generación disponible no fuese suficiente para cubrir la demanda, Red Eléctrica podría activar estos recursos y recortar consumo de forma ordenada. Es, en la práctica, una central virtual basada en demanda flexible que se pone en marcha sólo en situaciones excepcionales.
Este enfoque refleja un cambio profundo en la forma de entender la seguridad de suministro. La solución ya no pasa únicamente por instalar más megavatios de generación, sino por disponer también de demanda capaz de reaccionar en tiempo real.
Un riesgo moderado en un contexto aún favorable
A pesar del titular llamativo, el conjunto europeo llega al invierno en una posición globalmente favorable. Los riesgos se concentran en zonas y escenarios específicos, mientras que el sistema continental mantiene una capacidad de respuesta amplia frente a episodios de frío y baja renovable. España se encuadra en ese contexto, aunque con menos holgura que en el pasado reciente.
El país sigue contando con un sistema diversificado, con alta penetración de renovables, respaldo de gas, interconexiones crecientes y herramientas de flexibilidad en expansión.
Transición energética con foco en la seguridad de suministro
El paso de España a una zona de riesgo eléctrico moderado no implica un aviso de apagones generalizados, pero sí una llamada de atención. El sistema ya no dispone del mismo margen que hace una década y cualquier error de planificación o retraso en las inversiones puede amplificar el impacto de los episodios extremos de frío, sequía o baja generación renovable.
Mantener un alto nivel de confianza exigirá reforzar las redes, acelerar el despliegue de almacenamiento eléctrico, consolidar programas de gestión activa de la demanda y preservar el valor estratégico de la hidráulica en periodos de sequía. La transición energética solo será sostenible si combina ambición climática, precios razonables y una garantía sólida de que la luz seguirá encendiéndose, incluso en los inviernos más difíciles.
